domingo, 26 de febrero de 2012

Un poco de autoexploración.

Esta semana han salido de muchas bocas unos cuantos "woos", señoras y señores, trikigaitas y otros comentarios más que esperados. En definitiva nos hemos puesto las máscaras. Demasiados formalismos, pasatiempos infantiles y algo de galantería.

En cuanto a mí, estos últimos dían han resultado ser un auténtico confesionario para lo trajeado que iba. Muchas veces no es fácil explicar lo rápido que cambian tus emociones con alguien y a uno le da la sensación de que está frente a un camaleón con alas. Sobre todo cuando ella es capaz de transformar algo pequeño en una genialidad cuando menos te lo esperas.

Además me recuerda a mi infancia. Entonces creia que podría con todo, que seria una estrella del rock sin importar lo que esperarían de mí. Encontraba un nido de hormigas en el hueco de un árbol y ya lo veía como una gran conquista. Parece que encuentro más de cerca la juventud y la belleza en la inocencia sana.

Después de todo quizás esté madurando, mis 19 añitos casi me saludan y como con todo capitulo a punto de finalizar quiero dejar la esencia de la intriga en las últimas páginas para que me haga querer devorar con más ganas el siguiente episodio de mi vida.

Intuyo que dejaré de cambiar de andén tan rápido; pero no es fácil en este siglo XXI donde la vida humana fluye a la velocidad de la luz y quedar es tan fácil como pulsar un simple tweet en un tablón informático.

Aún así, tengo un flanco desprotegido: las palabras y la mente. Juntas son dos diosas capaces de anclar este barco. Mientras no se encuentren, me temo que volveré a mi vida de naúfrago y esta vez el destino al que me dirigo tiene un nuevo nombre, Finlandia.

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