lunes, 24 de septiembre de 2012

El alma a través de la mirada.

Siempre pensé que la humanidad estaba dotada de un inmenso poder latente en su mirada. Es nuestro reflejo del alma, el vivo recuerdo que dejan nuestras emociones y la auténtica voz de nuestro ser. Cada mirada es un mundo que nos provoca estímulos diversos.

Unas son capaces de traspasarnos con una fuerza lancerante tal que desnudan nuestros pensamientos. Otras, más huidizas reflejan la inquietud de aquel que no encuentra reposo entre la inmensidad y buscan consuelo en otras más acariciantes acompañadas del suave pestañear que provocaría una brisa marina. Las hay ponzoñosas y venenosas, capaces de clavarse como aguijones en los ojos de un desafortunado o radiantes de inocencia y dispuestas a captar toda la sabiduría que les rodea mientras desprenden un torrente de curiosidad.

Todas ellas se deslizan por la mente de quienes las observan para dejarse fascinar, conmover o intrigar porque son la puerta hacia nuestros sentimientos y al mismo tiempo es la llave para la comunicación emocional. En su justa medida de intensidad llaman al deseo si van dirigadas al interior del iris para dejarse caer sobre sus labios y volver la vista con un pestañeo acariciante.



Si me narran una historia, una mirada se convierte en la banda sonora de sensaciones que la llena de luminosidad, si me susurran un secreto es el sello de nuestra complicidad y si no acompañan a las palabras es capaz de sugerirme una amplia gama de ideas e incluso órdenes. Unos segundos pueden bastar para dejarse posar sobre ella y así meterse en la piel de quien la emite con todo el universo emocional que lo envuelve, nos garantiza la empatía y con ella la comprensión apacible.

La humedad de los ojos y la dilatación de las pupilas revelan una atención privilegiada, el parpadeo continuado una carga emocional intensa y el deslizamiento del iris sobre el blanco de los ojos desmarca el resgistro sensorial utilizado. No hay otra parte de nuestro cuerpo que nos pueda hacer más humanos a través de un poder revestido de vulnerabilidades y de miedos.

Chicos y chicas, atreveos a explorar miradas, a bañaros en ellas y pronto os soprenderá el continente de información y estímulos que se os revelará ante vosotros.